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Muchas veces uno de mis mejores
amigos me pregunta si no me da miedo, ¿Miedo? Debo preguntar de vuelta, y él me
dice si, miedo, miedo a eso que vas a hacer, a trabajar siendo menor de edad
sin que te descubran, miedo a tantas materias al mismo tiempo, miedo a dejar a
tu novio, miedo a irte sola a otro país a hacer negocios, miedo a estudiar
fuera sin el dinero suficiente, miedo a discutir con tus padres, miedo a salir
al mundo a ver que te depara.
Usualmente me toca fruncir el
entrecejo y negar, creo que de allí su admiración, pero si, la verdad es que si
tengo miedo pero por otra parte lo reconozco, lo evalúo, mido mis fuerzas y
salgo a conquistarlo, de allí en adelante al mal paso darle prisa pues venga lo
que venga ya tengo que afrontarlo, aprender de los errores, tomar las
oportunidades y lograr mi cometido.
Hasta ahora no me ha salido tan
mal la cosa, gracias a que mis amigos y familia han resultado un pilar que me
sostiene y a pesar de que les parece una idea descabellada generalmente, no
dudan en tener fe en el proyecto, son mis fans, mis jueces y mis abogados. Mi
madre se preocupa y trata de no demostrarlo para darme valor, porque se imagina
que sí tengo miedo, pero hay que apostarle a los hijos ¿No? .
Lo significativo de todo esto es
que no importa cuanto miedo tengamos antes de si quiera pensar en cualquier
cosa, la idea es que a pesar del miedo podamos enfrentarla. Pensar en planes
alternos y hacer diagramas de flujo ayuda, discutirlo con otras personas da
nuevas perspectivas, escuchar a los negativos nos da posibles consecuencias y
nos permite generar nuevas soluciones; todo es valioso.
¿Que si tengo miedo? Si, pero sin
duda no decaeré